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Arritmia

Yo no soy de piedra.
A mí me ganas con casi nada,
y me pierdes por un montón de cosas.

Soy más bien de cartón, de un gramaje fino y endeble.
Que con la tempestad de una tormenta, me quedo en nada.
Pero con la brisa y un poco de calor, vuelvo.

Se me da mal aparentar lo que no soy,
pero se me da peor fingir que me arrepiento.

Desde que empecé a pedir ayuda en lugar de tanto perdón,
gané dos latidos por ‘sentimiento’ cuadrado;

Las ganas de volver a volar,
tus ganas de verme hacerlo.

Y así olvidé mi arritmia con la vida,
el miedo como excusa para no ser feliz.

Gracias por hacerme sentir,
que es posible conmoverse por estar vivo.

©Eloy Cánovas

[ Ilustración de Dan Cretu ]

Vulnerable

Es demasiado como para idealizarlo en el primer tropiezo,
demasiado valioso para malgastarlo en quien no te importa.

Si lo encuentras en el aire, podrías llenarte los pulmones.
Si lo encuentras bajo tierra, puede servirte de abono.
Pero si lo encuentras en una casita del árbol, podrías quedarte.

Hay quien destroza todo a su paso con tal de encontrarlo,
porque un día alguien dijo que se encontraba en el interior.

Puede llegar a ser vulnerable cuando siente,
y puede ser muy superficial cuando dice que siente.

Es demasiado bonito como para tomarlo con calma,
demasiado libre como para llegar a dominarlo,
demasiado fugaz como para seleccionarlo.

Si, hablo del amor.
O de ti, lo mismo es.

©Eloy Cánovas

[ Ilustración de Lauren Lee ]

Yo también he sido pasado

Yo también he sido pasado, un pasado imperfecto, claro.

Puedo decirte que he llegado a morderme bien fuerte con un ‘te quiero’ que no sentía. Si, acabas escupiendo sangre, pero cuando eres joven no piensas que la razón es aquí, yo mismo.

He llegado a jurar amor eterno a quien lo merecía de otro, si, de cualquier otra persona, pero de mi no. No lo hacía por su bien, sino por el mío.

He olido a humo de otras brasas, porque pensaba que no era para tanto. Porque aunque me dieran todo lo que tenían, mis escasos valores no me permitían ver que el fondo está por encima de las apariencias.

He devuelto el corazón calcinado a quien me lo entregó sin condición, a manos llenas, en una sola jugada donde siempre acababa huyendo de cualquier responsabilidad. Demasiado grande para alguien tan efímero.

He roto sueños que no eran míos, porque era un soñador pequeño, incapaz de ver que mi problema podría ser el sueño de otra persona.

Y aunque en mi defensa puedo decir que siempre pedí perdón, tengo que decirte que no sirve de nada. Pedir perdón mientras se desangra no corta la hemorragia, no te borra de la escena del crimen.

Y en esto llegué a ser. Quiero que lo sepas, lo que hoy soy, lo soy porque fui herida y cicatriz de otros.

No soy quien finge arrepentirse de los errores, solo me arrepiento de haber sido un mero sentimiento placebo en lugar de ser apósito de felicidad. Qué menos.

En mi madurez, solo puedo decirte que no arreglas nada pidiendo perdón. No pidas nada, porque después de aquello no tienes derecho.

Pero sí puedes hacer algo, una mejor versión.

Demuestra que hoy eres quien eres, gracias a quienes apostaron por ti. Ellos te dieron un trozo de sus vidas para que entiendas, que los mejores consejos para triunfar en la vida, fueron antes errores sin madurar.

Devuélveles ese favor, es la única manera de que te perdonen, la única manera de pedir perdón.

©Eloy Cánovas

Personas

Aunque cueste aceptarlo, en muchas ocasiones decidimos lo que nos ocurre cuando nos rodeamos de ciertas personas. Tener ganas y que te tengan, ocurre menos de lo que nos gustaría. Pero ocurre, cuando conspiras, ocurre.

Por eso hay personas donde bien podría uno quedarse a vivir.
Qué bonitas ellas, que incluso sin haberlas tocado aún, te quitan algún sueño que otro. Y que otro más también.

Qué bonitas son las personas que no quieren parecerse a nadie.
Las que te enseñan lo que nunca habías visto de ti.
Las que captan la magia sin tratar de descubrir el truco.

Qué bonitas son las personas que te quieren, sin saber para qué.
Las que entienden el dantesco lenguaje de los ojos tristes.
Las que están y creen en ti, si, aunque te equivoques.
Las que de alguna manera te hacen perder la razón, y no la fe.
Las que no piden nada, y sin embargo lo dan todo.

Y qué bonit@ eres tú si tienes alguna de estas personas cerca.

©Eloy Cánovas

[ Ilustración de Kerby Rosales ]

Un día sin sonreír

Que no te engañen, ya está bien.
Un día sin sonreír no es un día perdido. Es solo un día en el que decidiste no hacerlo, las circunstancias decidieron que no, hoy no.

Y no pasa nada, porque si los buenos días no lo explican todo, quiero que sepas que los malos, tampoco.

Pregúntale a tus padres y abuelos si algún día perdieron el tiempo contigo porque no sonreían. Pregúntale si sobrabas a quien tuvo tu hombro de apoyo mientras estaba rompiéndose en pedazos.

Dime, dime si piensas que sobrabas cuando estuviste en el ocaso de su vida. Dime que no mereció la pena haberte despedido de quien ya no está.

Dime si de todo lo que amas hoy, tuvo algo que ver con aquel día en el que te devolvieron el corazón calcinado porque lo dejaste en manos que no conocías.

Ya basta, no se pierde un día que utilizas para recomponerte.

No puedes perder un día donde la decepción se encarga de aclararte el panorama, porque créeme, lo hace.

Cuando te ocurra, acuérdate de quienes están, de quienes estuvieron. Ellos no sonrieron todo el tiempo, y mira qué legado dejaron en ti.

No eres una causa perdida por no sonreír,
eres causa y efecto de quienes un día sí te vieron hacerlo.
Si hoy no sonríes, no, no pasa nada.

©Eloy Cánovas

[ Ilustración de ©TEBO ]

No, no te quejes.

Me gustaría decirles algo a quienes ven este mundo como una basura, o sus vidas, lo mismo es.

Yo también me he sentido así, tengo días malos como todo mortal. También he estado bajo el fango, he tragado tanta agua como veces me he dejado llevar por la corriente. Y de todo esto, cuando se sale, ya no eres el mismo.

Ya no oyes como antes, sino que escuchas.
Ya no te dedicas a mirar, sino que ves.

Y aprendes, doblegado se aprende, dolorido se aprende.

A que si alguna vez piensas que vivir sale caro,
es porque no has pagado lo suficiente por no hacer nada.

No te quejes

A que si pretendes ser feliz siempre, te equivocas.
Pero si piensas que no lo serás nunca, será mortal.

No te quejes

A que hay personas por las que no pones la mano en el fuego,
sino el corazón, y claro, te lo devuelven calcinado. Tienes que saber que decides lo que te ocurre cuando te rodeas de ciertas personas.

No te quejes.

Aprendes a que nunca se es tan cobarde como aquella vez que tampoco. Porque señales te da la vida continuamente, y no has visto ni la mitad de ellas.

Así que por favor, deja de quejarte.

La vida nos mantiene secuestrados obligándonos a disfrutarla.
Y tú empeñado en idear un plan de fuga.

Atreverse,
es el único requisito que te exige la vida cuando te secuestra.

©Eloy Cánovas

[ Ilustración de Dan Cretu ]

Dijeron que no, que no podía.

Hace tiempo tuve una especie de eclosión mental,
al principio creía que era una fuerte migraña, pero no, qué va.

Resulta que antes de aquello, dijeron que no, que no podía.

Dijeron que no cubría las necesidades, que no había experiencia, que no estaba preparado, que me faltaba formación. No era una oportunidad para mi, habían otras personas mejor preparadas que yo.

Pero no hablaron de las ganas, no, de eso no hablaron.
Y claro, ahí le di la vuelta. O mejor, me di la vuelta para volver más tarde, con más ganas, más seguro, más cabezón si cabe.

Les demostré que no soy el mejor, pero podría ser el adecuado.
Que es cierto que no tengo experiencia, pero tengo todo lo que la experiencia necesita; un lugar donde desarrollarla.

Así que, puede que tenga miedo, puede que no sepa, pero no me digas que no puedo cuando me ilusiona la idea de conseguirlo.

Hoy estoy dentro, porque dijeron que no podía.

©Eloy Cánovas

[ La ilustración es de Enkel Dika, una maravilla. ]