Fue bonito mientras duró…
Yo una vez tuve una, de madera…
Me la arrancaron en un sueño dulce
así, sin avisar.
«Fue bonito mientras duró» dijo…
Joder, me dejo cojo (y jodido).
Y así anduve, con una astilla clavada en el muñón.
No sé quién tendrá mi antigua pata de madera,
no sé quién andará con una pata astillada,
pero duele y mucho…
Hoy tengo una pata nueva,
esta vez no es de madera, sino de flores.
Si la pierdo, al menos dejará un rastro,
un rastro de flores marchitas
y no una dolorosa cojera.
©Eloy Cánovas
(Fotografía: Iván Noble)