Así, como si supieras quién trae hueso, espinas o mariposas.
Hace unos días en una cafetería habitual, escuché una conversación entre dos mujeres; Madre e hija.
La madre recriminaba con dureza los fracasos sentimentales que su hija lleva a cuestas.
La madre recriminaba con dureza los fracasos sentimentales que su hija lleva a cuestas.
Ella ahí estaba, visiblemente afectada y aguantando las críticas como buenamente podía y sin replica.
Así, como si pudieras elegir con quién abrirte el pecho en canal.
Como si supieras quién puede hacerte temblar las piernas en un solo cruce de miradas.
Como si supieras quién trae hueso, espinas o mariposas.
Y ahí estaba la madre, erre que erre.
Machacando emocionalmente a su hija como si nunca se hubiera raspado las manos en un tropiezo.
Me marché antes de que terminara aquella «masacre emocional» propio de un dinosario, pensando
Machacando emocionalmente a su hija como si nunca se hubiera raspado las manos en un tropiezo.
Me marché antes de que terminara aquella «masacre emocional» propio de un dinosario, pensando
«Qué güevos tienes HP…»
©Eloy Cánovas
(Fotografía: Sara Buho)
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