No, soy yo, no son ellos.

Siempre he sentido atracción por los olores (si, algo extraño, tontería para muchos, no para otros) no puedo evitarlo, no puedo ignorarlo.
El recuerdo de muchas personas las relaciono a un olor, una fragancia…

No, soy yo, no son ellos.

He conocido el peligroso olor a gasolina,
a cielo,
a azahar,
a desesperanza,
a madera quemada,
a un desagradable pero instructivo olor a mierda…

No, soy yo, no son ellos.

He conocido a quienes ya no recuerdo; a quienes pasaron sin «prender», los que no hicieron fuego de su vida; los inoloros.

Por lo que más quieras, no pases por la vida de nadie sin dejar un recuerdo. Una fragancia que perdure mientras viva la memoria.

©Eloy Cánovas

(Fotografía de «Larga Brevedad» de Rafael Lechowsky)

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