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Por el lado oscuro de la luna.

A veces, me da por disculparme cuando visito el lado oscuro de la luna. Será la edad, será que cada vez estoy más lejos de lo que incluso decimos que está lejos. O será la paz que tengo encima, que me despojo de todo a micro abierto y me quedo tan ancho.

Otras veces me da por pensar que la vida es esto, una pulida colección de errores y no una vitrina llena de éxitos. Porque si piensas que vivir sale caro, no hacerlo sale carísimo. La vida por tantas cosas..

Por todas las veces que pensé que no era feliz; joder, acerté en todas ellas.

Por mis éxitos y fracasos profesionales; resultó que ni éxitos ni fracasos eran, porque nada profesional es el verdadero summum. Eso es otra cosa, con más alma de lo que pensamos.

Por mis tropiezos sentimentales; mi parte de culpa en todos ellos, tan obvia.

Por no saber despedirme, porque aún la quería; todo al revés, no era así, era para el lado contrario.

Por las veces que elegí vivir sin sentir; nunca antes tan vacío, créeme.

Ahora vas, e intentas explicar todo aquello que solo se puede abrazar, te escucho. Yo fracasé intentando lo primero, por no obviar lo segundo. Qué injusto, ¿verdad?.

Mira hoy, qué cristalino se ve todo a toro pasado. No nos cura el tiempo, nos curamos nosotros. Todo lo que cuidamos sigue ahí, lo que no cuidas también, pero no para ti. Y eso sí es justo, es justo lo que la vida tiene que enseñarte, te lo repetirá tantas veces quiera, hasta que lo aprendas.

Aceptar y fluir, aceptar y fluir, aceptar y fluir. Solo es todo.

Reconozco que la vida no siempre es justa, y aún así, existe la certeza de que es tremendamente bella. ♥️

Avisado estás, espero te sirva de algo.

©Eloy Cánovas

Pena por bandera

Se te llena la boca de pasado.
De lo que te supera por tratar de superarlo.
De todo eso que no aceptas que te haya pasado, aunque ya no puedas hacer nada.

Una bola que ya no puedes masticar más,
mucho menos tragar.

Nos vomitamos unos a otros, y luego pedimos que nos rescaten. Esperamos la ayuda que no llega, que no llega por no ayudar a que nos ayuden. A un Máster en hastío solo optamos, porque para más no estamos dispuestos.

El hombre del saco, nuestros fantasmas del pasado arrastrando.
Una ostia tras otra, que con desdén, pena por bandera.

¿Qué sería de esa brisa en la cara de la que ya no hablas?.
Esa de la que todos hemos oído salir de tus labios.
Corre, ve a buscarla. No tienes otra cosa mejor que hacer.

Quizá encuentres en ella cosas que habías olvidado.
¿Recuerdas?, espera, te ayudo.

✔️La caricia que llegó antes de la cicatriz
✔️Una mirada sostenía porque ya todo, to-do
✔️Las promesas que dependían de ti, y que ya no se oyen
✔️Los consejos tan valiosos que dabas a los demás (los de ahora no lo son tanto)
✔️La benevolencia a un final que llegaste a imaginar, y que no has cumplido.
✔️Todo eso que dices que aceptas pero no.
✔️Lo que todavía eres, y que los demás aún recordamos

Deja de tocar la cicatriz que por locura (y no herida) supura.
Cúbrela con apósitos de felicidad que ya llevas contigo.

Consumir preferentemente por encima de todo ♥️

©Eloy Cánovas

La hoja en blanco

Yo no creo en el destino.
Me da miedo.

Me da miedo entregarme a las circunstancias de una determinada trazabilidad, bajar los brazos porque ‘esto es lo que hay’ o vivir de lo que tiene que ser. No quiere decir que me baje de la vida, solo me bajo de la vida que otros quieren que viva, modelada por lo que ‘tiene que ser, será’.

Cuando tragas agua por ir a contracorriente, no te vuelves pez, no te salen branquias. Solo aprendes a no agarrarte a la primera rama que encuentras, aunque vayas acantilado abajo.

Hoy tengo menos sueños que ayer, pero los que tengo los sostienen unos cimientos que nacieron del barro, modelados por mis errores, acompañados por las ramas que no agarré y sazonados por los caminos que elegí, aunque me equivocara.

Soy de los que piensa que una hoja en blanco es una historia difícil de contar. Que si la escriben otros por ti, no es tu historia. Si no tiene tachones, mala caligrafía o restos de comida, es porque es posible que nos haya faltado la emoción de lo inesperado, ese riesgo que es perfecto.

Hoy, llego a los días con un cuerpo cada vez más rígido y menos flexible, una barba más amarilla, una mirada más cansada que no derrotada. Y sigo sin ser pez, solo alguien que pasea por los ríos.

A las personas que amo,
a mis compañeros de viaje,
a todo lo que queda por sentir.
¿Qué tenemos para hoy?.

Gracias, siempre.
Con amor.

©Eloy Cánovas