Elegancia eres tú

¿Qué es la elegancia si solo sabemos vestirnos con ella?.

Pero quizá no te has dado cuenta de lo elegante que estás cuando eres feliz y no al revés. Que muchas veces pienso que no tengo ni idea de lo que es la elegancia, hasta que claro, te veo feliz.

Porque elegancia podría ser tu calma en medio de un ataque de ira. Pero claro, quién iba a pensar que eso es elegancia.

Pues sí, si que lo es.

Como cuando veo que te quedas al margen porque sientes la necesidad, cuando gestionas tu ausencia ayudando a otros.

Es elegancia.

Cuando te quedas dentro de unos ojos cerrados, porque eres casa. Porque eres un lugar donde quedarse a vivir, un hogar donde siempre volver.

Es elegancia.

Cuando eres lo suficientemente honesta como para quitártelo todo menos lo que eres. Porque lo que eres es lo único que tienes, es todo lo que me gusta.

Es elegancia.

Cuando tienes esos abrazos y sonrisas a los que siempre volver, porque algo estás haciendo bien, muy pero que muy bien. Y qué suerte tienen.

Es elegancia.

Cuando decides cambiar las cosas que dicen que son, por cómo tú quieres que sean. Por cómo eres, así, tan tú.

Es elegancia y me encanta(s).

Elegancia es que te pongas de moda, porque dicen que no te pareces a nadie. Que no seas de nadie, como cuando dices sí a todo lo que se plantea tu sonrisa.

Ya sabes, sé tú y ponte elegante.
Ponte de moda

©Eloy Cánovas

Dure lo que dure

Tendríamos que dejarnos «estrellar» más por lo fugaz, de lo que todos dicen que es efímero porque no dura. Si, de eso.

Muchos de nuestros recuerdos son fugaces, pero si los valoras por todo menos por fugaz, claro, eso ya es otra historia.

Y eso es lo que nos pasa.

Preferimos el beso dulce de una promesa,
en lugar de un escalofrío que desincroniza los latidos.
No, no es el mismo beso.

Preferimos un viaje planeado para encantar,
a que nos encanten con una escapada a ningún sitio.
Pero oye, qué escapada.

Por eso no podemos hacer como si nada,
cuando tus recuerdos te dicen que fue todo.
Todo en tan poco.

Porque eres recuerdo antes de que te tengan,
porque importante es si una vez te tuvieron.
Durase lo que durase.

©Eloy Cánovas

Sin tu permiso

¿Sabes?, si, que si sabes.

Que se hace un ovillo, y no, no es porque le duela la tripa.
Que ya no se muerde el labio al verte, porque no, ya no.
Que ya no tiene nada que decir, porque no, ya tampoco.
Que está agotada de lidiar con sentimientos, que no, que ya no conducen a ti.

¿Sabes?, y tú sigues preguntándole qué le pasa.

Dale tiempo y verás.
Verás que ya no se morderá el labio contigo,
pero apretará los dientes sin ti.

Que tomará la decisión de ser feliz, abandonando la desdicha.
Y a ti, a ti también.

Dale tiempo para levantar el vuelo,
y tendrás la respuesta a todas tus dudas.

Y todo, todo, sin tu permiso.

©Eloy Cánovas

[ Ilustración de Courtney Wirthit ]

Solo eso, solo sexo.

¿Sabes qué ocurre cuando solo tienes sexo?.
Si, cuando solo lo haces por deporte.

Cuando solo te dice que te quiere, así, por sistema.
Cuando solo arrugas las sábanas y no el corazón.
Cuando todo, todo, desaparece por el desagüe de la ducha.
Cuando todo termina, cuando acabas.
Cuando no te espera para desayunar juntos.
Cuando no echas de menos, porque no te sujetaste fuerte.
Cuando quieres más, pero te conformas con un trozo.
Cuando te da las gracias, si, las gracias.

Que todo parece lo de menos, porque no llegó a más.
Que no te invade, porque llega y se va.

Ocurre solo eso, solo sexo, solo soledad.
Nada más.

©Eloy Cánovas

[ Ilustración de ©TEBO ]